Grandes esperanzas

Grandes esperanzas es un increíble largometraje de 1998 dirigido por Alfonso Cuarón. En este film se narra la historia de un niño llamada Finn que pasa por dos momentos que definirían su vida: el primero es que ayuda a un convicto a escapar y el segundo es que conocer al amor de su vida, una niña llamada Estella. Posteriormente recibe el apoyo de un beneficiario para ir a Nueva York a presentar sus obras donde una vez más se encuentra con su amada. La historia termina con un altibajo emocional, por una parte él logra ser feliz al lado de la mujer que siempre amo pero por el otro sufre la pérdida de su padre quien era el convicto que había ayudado en su infancia.

 

Primero que nada es importante destacar el gran trabajo de dirección por parte de Alfonso Cuarón. Antes de crear obras maestras como lo son “Harry Potter y el prisionero de Azkaban”, “El laberinto del fauno” y la tan aclamada por la crítica “Gravity”, Cuaron nos presenta un film lleno de técnica y simbolismos. En una época en la cual el amor en el cine parecía más una fantasía que una realidad, el directo muestra una faceta más humana en la cual el amor nace desde la infancia y se desarrolla a lo largo de la historia. Como es costumbre del cine americano se nos presenta una historia muy rápida y en donde los personajes pasan de ser niños a jóvenes y posteriormente adultos en un corto lapso de tiempo.

 

Por otro lado, la fotografía que presenta Emmanuel Lubezki es admirable. La forma en la que presenta los escenarios nos permite ver un Nuevo York distinto. Cuando están en Central Park llegas a enamorarte de los paisajes naturales mientras que los efectos al momento que el protagonista va en busca de su amada te permiten ver los matices de esta ciudad cosmopolita.

 

Además, la iluminación y el color que presenta la película van de acuerdo a lo que pasa dentro de la trama. Al principio se nos presenta la etapa de niñez con colores vivos, predominantemente el verde, mucha iluminación y en excelente uso de los ángulos como por ejemplos la escena en la que Finn y Ellena están bailando. Por otra parte, al momento que el protagonista está sufriendo por su amada se ve poca iluminación, paisajes oscuros y movimientos de cámara mucho más lineales.  En mi opinión, el único momento en el que la fotografía rompe con el momento es en la escena en la que Finn le acaricia la pierna a Estella y posteriormente hace las pinturas de ella debido a que los ángulos en los cuales se graba la escena no permiten sentir la tensión y el erotismo del momento.

 

A su vez, la química entre Ethan Hawke y Gwyneth Patrow logra convencer y enamorar al espectador. La forma en la que interactúan ambos actores, desde las miradas hasta la escena en la que bailan en el restaurante te envuelve en su historia de amor. Lo que además me hizo encariñarme de la pareja es como Finn lucha contra las adversidades que se le presentan mientras Ellena trata de luchas contra sus sentimientos y todo lo que su tía le había enseñado sobre cómo tratar a los hombres.

 

Desafortunadamente el guion, a cargo de Mitch Glazer, le quita fuerza a la película. Primero que nada fue criticado por no plasmar lo que buscaba Dickens pero a pesar de esto la narrativa inicial es interesante e innovadora, en especial la frase: “No voy a contar esta historia tal como ocurrió. Voy a contarla tal como yo la recuerdo.” Al escuchar esto mi mente se llenó de interés y emoción y me hizo cuestionarme el resto del largometraje. A su vez, la frase: “Deme su mano. ¿Sabe lo que es esto? Es mi corazón. Y está destrozado. ¿Puede sentir eso?” la cual se repite tanto al inicio como al final me produce nuevas emociones ya que al principio esto lo decía una señora de edad adulta que había sufrido por que su prometido la había dejado, pero al final lo dice un joven con el corazón destrozado por culpa de la misma señora. Por otro lado, los diálogos que se presentan al final no logran convencer en su totalidad al espectador y convierten a la película en una gran obra, pero no en una memorable.

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